Te leo y me maravillo.
Me impregno de tus emociones, de las que nacen al interpretar lo que quieres decir y lo disfruto.
Y vuelan pensamientos que llegan al agradecimiento de poder leerte.
De poder leer a mujeres, mujeres que viajan y llenas de aventuras, vuelven a casa a compartir la belleza en la que se vieron envueltas.
O que no vuelven, pero igual escriben, para que la Historia ya no nos mienta (o, quienes la manipulan a su antojo).
Existimos.
Estamos aquí, escribiendo, trabajando, estudiando, participando en política, explorando las posibilidades que tenemos, gracias a nuestras madres y abuelas, bisas, tatarabuelas...
Nuestras mayores, nuestras ancestras.
Carmen, Elena, Marcela, Fina, Alicia, Petra, Ivana, Marta, Teresa, Lucía, Mamen, Mayte, Claudia, Cristina, Paola, Mirna, Antonia, Brigitte, Sole, Deme, Rocío, Noemara, Eva, Iris, Laura, Noelia, Sara, Carolina...
Las feministas reivindicativas, como las que hacían ganchillo, al cuidado del hogar. Gracias a las que, queriendo, se quedaron sin estudiar para embestir sutilmente al patriarcado, ahorrando, a escondidas, para que sus retoños y en especial, retoñas, pudieran sacarse un título legitimado por El Sistema e independizarse de el.
Y empezar a estudiar, trabajar, volver a estudiar, vivir independientes, con o sin marido, pero vivir. Autónomas, amadas, interdependientes, hermanadas...
No más esclavitud económica, política, afectiva...
Ese es el guiño intergeneracional de nuestras abuelas, que desde su Sección Femenina, nos catapultaron, a muchas de sus nietas, a la Sección Feminista.
Gracias Elena, gracias a todas, gracias Abueli!
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